miércoles, 27 de enero de 2016

Con el paso de los años, Francisco Tobar García fue perdiendo interés por la escritura teatral, aunque siguió cultivando la poesía e inició una brillante andadura narrativa que dio lugar a tres espléndidas novelas, en las que hizo gala de una prosa irónica y agresiva, plagada de grandes hallazgos humorísticos y enriquecida por una poderosa inventiva. Se trata de Pares o nones (Madrid: Ed. Planeta, 1979) -con la que obtuvo en España el Premio Marbella-, La corriente era libre (Bogotá: Ed. Paulinas, 1979) y Autobiografía admirable de mi tía Eduvigis (Quito: Ed. El Conejo, 1991), esta última considerada unánimemente por la crítica como su obra maestra, en la que se condensan lo más granado de su imaginación y los mejores efectos cómicos de su humor rabelaisiano. Narrador solvente donde los haya, cultivó también con singular acierto el género cuentístico, al que aportó una espléndida recopilación de relatos presentada bajo el epígrafe de Los quiteños (Quito: Ed. Central de Publicaciones, 1991)

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