Los Esponsales
Muy digno estaba el padre,
apenas sonriente, sentado en un rincón de privilegio,
la cachimba de barro entre los dientes,
que daba a las palabras rico aroma;
y la madre, ¡cuán bella, con su blusa de organza!
En verdad, era altivo,
magnífico, aquel hombre que la había engendrado,
y la madre opulenta, mucha cauta ternura,
la mirada mansísima,
después de haber traído muchos hijos al mundo,
siendo mi novia
la más esbelta y delicada
- y todo esto ocurría en el recinto,
donde aún se recogen mensajes de tambor,
cerca de la frontera.
Ante el silencio regio, ofrecí mi presente:
seis cabezas de armento, dos caballos de paso,
porque a la gente negra no se puede ofender,
y mi novia bien vale por lo menos un hato;
nueve cabras llevé
y un macho deslumbrante, cuya piel
parecía remedo del follaje
Qué interesante esa historia
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